Regresar a la inocencia

Hemos perdido la capacidad de soltar cualquier intento de controlar y digo intento porque es una ilusión creer tener algo bajo control.
Nuestra forma de vida nos ha desenchufado nuestra forma de vivir, de disfrutar de estar...
Piénsalo bien, lo que "controlamos" en cada momento es el tiempo; llego tarde a... Tengo una hora antes de... y así un sin fin.
Otra manera de sentirnos cómodos en esa falsa sensación es juzgando, cada día y en cada momento estés dentro de una situación o seas un mero espectador cada día nos hacemos dioses de nuestro propio mundo juzgando todo, esto está bien y esto está mal y nos sentimos bien así de fácil.
¿Cómo vamos a enseñar algo a nuestros queridos  compañeros si nosotros mismos nos juzgamos por todo?
¿Quién se escucha de verdad para reconocer si de verdad está preparado para algo?
Imagina la capacidad de empatía que tendríamos si nos conociéramos realmente nosotros mismos. o es que acaso no te has visto en una situación donde te hayas sentido obligad@ a hacer algo que realmente no te apetece hacer y no es necesario que NUNCA finalice la frase, simplemente hubieras necesitado un poquito más de tiempo para hacerlo de verdad, convencido, desde el corazón.
Hoy cargando un caballo en el camión me he visto a mi misma inquieta y presionando al caballo porque el transportista tenía prisa, lógicamente esto ha hecho que tardase más en subiry en algunos casos se puede bloquear tanto que hasta se quede en tierra.
Lo vemos muy a menudo en estas situaciones porque es muy evidente y en el momento pero y cuando es para montar la primera vez a un potro ¿no pasa lo mismo pero extendido en el tiempo?
Deberíamos esperar a que el caballo esté preparado para ello porque, ya que hay tanta preocupación en el tiempo invertido, nos ahorraríamos sustos, bloqueos, contracturas y por supuesto tendríamos caballos mucho más flexibles y con ganas de ir con nosotros.
Pero claro, ¿Cómo conseguimos hacer algo así por el otro si ni siquiera lo hacemos con nosotros mism@s?
Creo que los caballos nos enseñan lecciones de vida y esta es una de ellas.
Escuchemos nuestras verdaderas emociones sin juzgar para entender los momentos y mensajes que nos transmiten los caballos, regresando a la verdad de la inocencia... 
Total... Hasta un niño puede hacer eso, no?